martes, 26 de agosto de 2008

Carta Pastoral del Arzobispo a los Obispos de la Comunión

Hoy, el Arzobispo de Canterbury, Dr. Rowan Williams, ha enviado una carta a los obispos de la Comunión Anglicana, expresando sus reflexiones personales sobre la Conferencia de Lambeth.

El texto completo de la carta puede ser encontrado a continuación:

Al finalizar la Conferencia de Lambeth de 2008, quisiera ofrecer algunas reflexiones personales más, sobre lo que los obispos reunidos en Canterbury han aprendido y experimentado. Aquellos de ustedes que han estado presentes aquí estarán en condiciones de compartir sus propias percepciones con su pueblo, pero puede ser útil para mí agregar mis propias perspectivas sobre hacia donde hemos sido conducidos.

Para la vasta mayoría de obispos, parece, este ha sido un tiempo donde sintieron que Dios estuvo en el trabajo. La Conferencia no fue un tiempo para crear nuevas leyes u obligaciones. A pesar de la forma en que algunos han expresado sus expectativas, las Conferencias de Lambeth nunca han trabajado directamente en esa dirección. El Grupo de Diseño de la Conferencia creyó fuertemente que la necesidad primordial de nuestra Comunión en este momento era la reconstrucción de las relaciones – la reconstrucción de la confianza unos con otros – y de la confidencia en nuestra identidad Anglicana. Y fue con esto en sus mentes que planearon un tipo diferente de Conferencia, determinada a permitir a cada obispo que su voz fuera escuchada y buscar un resultado final en el que los obispos estuvieran en condiciones de reconocer un auténtico informe de su propio trabajo.

Creo que la Conferencia tuvo éxito muy destacado en este punto – más de lo que la mayoría de la gente esperaba. Al final de nuestro tiempo juntos, muchas personas, especialmente algunos de los obispos nuevos, dijeron que se habían sorprendido por la gran convergencia que vieron. Y no puede haber duda que prácticamente todos los que estuvieron presentes sinceramente querían que la Comunión permaneciera junta.

Pero también reconocieron el desafío en quedarse juntos y la continua posibilidad de mayor división. En la medida que las propuestas para un Pacto Anglicano ahora continúan, es aún posible que algunos no estarán en condiciones de acordar; hubo un claro sentir de que algún tipo de pacto ayudará en nuestra identidad y cohesión, aunque los obispo quisieran evitar un tono legalista o jurídico. Una fuerte mayoría de los obispos presentes estuvieron de acuerdo que la moratoria en las bendiciones a parejas del mismo sexo y las intervenciones extra-provinciales era necesaria, pero tenían presente las dificultades de consciencia que significaban para algunos, y es necesario que haya una mayor claridad acerca de las exactas expectativas y qué puede ser implementado de manera realista. Qué tanto el intensificado sentido de permanecer juntos ayudará a la mutua limitación en estos asuntos es algo que está por verse. Pero puede decirse que pocos de aquellos que participaron, se fueron sin haber sentido que en algunos aspectos se movieron y cambiaron.

Éramos conscientes de la ausencia de muchos de nuestros colegas, y quisimos expresar nuestra tristeza porque no pudieran participar con nosotros y nuestro deseo de tender puentes y restaurar nuestro compañerismo. También teníamos presente el reciente encuentro en Jerusalén y sus declaraciones; muchos de nosotros expresaron un claro sentido de afinidad con mucho de lo que se dijo y estuvieron muy agradecidos de que muchos hayan participado en los dos encuentros, pero sabemos que hay trabajo por hacer para acercarnos más y estamos determinados a hacer ese trabajo.

El documento final de las Reflexiones de la Conferencia no es un “Informe” en el estilo de Conferencias previas, sino un intento de presentar un relato honesto de lo que fue discutido y expresado en los grupos “indaba”, grupos que conformaron el trabajo común principal de la Conferencia por parte del Grupo de Reflexiones. Pero aunque este documento no es un Informe formal, tiene varios indicadores sobre dónde están, en la Comunión, los objetivos y supuestos comunes. Permítanme mencionar algunos de estos.

Primero, hubo una aplastante unidad en torno a la necesidad, para la Iglesia, de ejecutar plenamente su parte en la lucha contra la pobreza, la ignorancia y la enfermedad. Los Objetivos para el Desarrollo del Milenio fueron remarcados repetidamente, y hubo un acuerdo universal de que tanto las agencias gubernamentales como las no gubernamentales necesitan crear asociaciones más efectivas con las iglesias, y ayudar a las iglesias a aumentar y mejorar su propia capacidad de generar el cambio por el bien de la justicia. Para fomentar esto, se acordó que necesitamos una mayor capacidad en la Comunión para el trabajo coordinado en el campo del desarrollo. Nuestra Marcha de Testimonio en Londres y el memorable discurso del Primer Ministro del Reino Unido formaron un poderoso foco para estas preocupaciones. Y el desafío a cada obispo de identificar objetivos claros para desarrollar políticas en la iglesia, responsables con el medio ambiente, fue articulado de forma contundente: se proveyó información a todos acerco de cómo el “carbon footprint”1 de la Conferencia en sí podría ser compensado, dándose un nuevo ímpetu al auto examen cuidadoso y crítico de todas nuestras prácticas. Se nos recordó, en testimonio de primera mano, que la supervivencia de muchas de nuestras más desventajosas comunidades estaba en riesgo como resultado del cambio ambiental. Esto nos permitió ver el asunto más claramente como uno de justicia tanto para la tierra de Dios como para el pueblo de Dios.

Segundo, en la cuestión controversial del día en que se trató la sexualidad humana, se mantuvo ampliamente la convicción de que un cambio unilateral o prematuro era riesgoso y divisivo, a pesar de la diversidad de opiniones expresadas en asuntos específicos. No hubo deseo de revisar la Resolución 1.10 de Lambeth 1998, aunque también hubo un compromiso claro en continuar la discusión pastoral y teológica de los asuntos involucrados. Sumado a un amplio apoyo a la moratoria en estas áreas ya mencionadas, hubo mucho apoyo a la idea de un “Foro Pastoral” como forma de abordar las tensiones presentes y futuras, y como cámara de intercambio de propuestas que conciernen el cuidado de grupos en desacuerdo con las visiones dominantes dentro de sus Provincias, de forma de evitar la confusa situación de violaciones a los límites provinciales y jurisdicciones competentes.

De manera importante, se reconoció que todos estos asuntos involucran una seria reflexión sobre la doctrina de la naturaleza humana y una continua profundización de nuestra comprensión del matrimonio Cristiano. Una sesión conjunta con obispos y esposas también nos recordó que una más amplia variedad de asuntos morales acerca del poder y la violencia en las relaciones entre hombres y mujeres necesita atención, si es que queremos hablar con credibilidad a las tensiones y sufrimientos de aquellos a quienes servimos.

Tercero, hubo un deseo general de encontrar mejores maneras de manejar nuestros asuntos como Comunión. Muchos participantes creyeron que el método indaba, aunque no está diseñado para obtener decisiones finales, fue un aspecto necesario para comprender cuáles podrían ser las preguntas, que expresaron su deseo de usar este método de manera más amplia – y continuar entre ellos mismos las conversaciones comenzadas en Canterbury. Esta es una guía importante para los encuentros de Primados y el CCA que tendrán lugar en la primera mitad del siguiente año, y estaré buscando identificar los recursos que necesitaremos para llevar adelante algunas de las propuestas acerca de nuestras estructuras y métodos.

La Conferencia fue bendecida ricamente en sus oradores invitados, quienes testificaron acerca de su aprecio por la herencia Anglicana, mientras nos realizaban agudas preguntas sobre qué tan flexibles y creativas eran nuestras políticas evangelísticas, acerca de la integración de nuestra pasión social y nuestra teología, y acerca de la naturaleza de la unidad que estábamos buscando, dentro de la Comunión Anglicana y con otras familias Cristianas. Nuestros muchos representantes ecuménicos jugaron un papel robusto y completo en todo nuestro trabajo en conjunto y tenemos con ellos una deuda considerable.

Finalmente y más importante que todo, estuvimos unidos dentro de una atmósfera de continua y profunda oración por nuestro Equipo de Capellanía. El compromiso de los miembros de la Conferencia a la adoración diaria fue impresionante; y esto tiene mucho que ver con la calidad de esa adoración, en momentos de profunda quietud y de exuberante celebración. Importó y mucho que tuviéramos la oportunidad de comenzar con un período de retiro en el contexto de la Catedral de Canterbury; la bienvenida que recibimos fue inmensamente generosa y todos valoramos el mensaje que claramente se nos dio, que esa era nuestra Catedral, y que todos nosotros éramos una parte plena de la comunidad de adoración que ha estado ahí desde que Agustín llegó a Canterbury en el 597.

Sé que todos los presentes quisieran que exprese nuevamente las gracias a todos aquellos que planearon y organizaron la Conferencia, a aquellos que hicieron los Estudios Bíblicos, aquellos que concibieron y monitorearon el trabajo de los grupos indaba, y todos aquellos que nos sirvieron tan devotamente de todas formas posibles – no menos a los Stewards, cuya energía y compromiso joviales, y el apoyo infalible de su presencia, nos dieron a todos una gran esperanza para el futuro. Gracias a todos ustedes – obispos y esposas – que participaron, por el gran compromiso mostrado y por el ánimo dado unos a otros.

Pero juntos damos gracias a Dios por su presencia con nosotros, su fidelidad hacia nosotros y sus dones a nuestra Comunión. Como fue dicho en la sesión plenaria de Clausura, creemos que Dios tiene más dones para dar a y a través de nuestra Comunión; y pedimos su gracia y asistencia en enseñarnos cómo recibir lo que quiere dar. “El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.” (2 Corintios 9, 10)

Su siervo en Cristo

+Rowan Cantuar

__________________________________
1Nota del traductor: “carbon footprint” es una medida del impacto ambiental que las actividades humanas tienen en términos de cantidad de gases de invernadero producidos, medido en unidades de dióxido de carbono.

Nota: esta es una traducción, realizada en nuestra Diócesis, del documento original en inglés, el cual puede ser obtenido en:
http://aco.org/acns/news.cfm/2008/8/26/ACNS4514


El documento de reflexiones de la Conferencia de Lambeth así como la traducción del mismo, realizada en nuestra Diócesis, puede ser encontrado en:
http://www.lambethconference.org/reflections/document.cfm

domingo, 3 de agosto de 2008

Notas de nuestro Obispo desde Lambeth...

2 de agosto de 2008

La Eucaristía de la mañana fue celebrada por la Iglesia de Kenia. Quizás hayan oído que nadie de Kenia participaría en la Conferencia de Lambeth pues su Primado amenazó con deponer a los obispos que se atrevieran a venir a Lambeth, pero parece que cinco de ellos fueron lo suficientemente valientes como para responder positivamente a la invitación del Arzobispo de Canterbury. En realidad tenemos obispos de casi todas partes de la Comunión Anglicana, aunque algunos de ellos están manteniendo un perfil bajo por temor de ser penalizados cuando vuelvan a sus diócesis.

Lo que es interesante en el momento presente, es que la disputa de algunos de los obispos extremistas de África ya no solo es con la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, sino que también con el Arzobispo de Canterbury. Basta con mirar las recientes declaraciones del Obispo Henry Orombi de Uganda al London Times describiendo al Arzobispo de Canterbury como un vestigio del colonialismo Británico, simplemente un líder designado por un gobierno secular.

Hubo una cierta tristeza en mi al saber que nos queda solamente un encuentro más del grupo de Estudio Bíblico. Mi grupo estuvo feliz de ver al Obispo de Ely, quien volvió de tareas en la Cámara de los Lores. Fue lo suficientemente atento como para traernos un libro con fotos de su catedral, y otro describiendo el trabajo en la Cámara de los Lores, para cada uno.

La lectura del Estudio Bíblico de hoy fue Juan 18, 1-18, que contiene la última declaración “Yo soy” de Jesús. Las palabras son, por tanto, un signo de la transición desde el ministerio y la enseñanza hacia el sufrimiento y la muerte en la cruz. A lo largo del Evangelio Jesús dijo “aún no ha llegado mi hora”; pero en este momento, finalmente, llegó. Como si quisiera enfatizar la transición de la declaración de Jesús “Yo soy” hacia el supremo acto de entregarse a sí mismo en manos de sus enemigos, el Evangelista San Juan sitúa el último “Yo soy” en la escena del arresto. Finalizamos nuestro Estudio Bíblico con una oración muy apropiada, leída antifonalmente, que quisiera compartir con ustedes:

“Señor Jesús, hemos prometido seguirte como discípulos, pero muy a menudo pensamos que conocemos el camino por nosotros mismos.

Perdónanos por nuestra terquedad y abre nuestros ojos a tu presencia entre nosotros, Señor.

Queremos avanzar, tal como tú lo hiciste en el jardín, pero algunas veces tenemos miedo, pues los peligros son reales.

Perdónanos cuando fallamos en ser testigos, y permite que nuestros corazones temerosos estén tranquilos en ti, Jesús.

Hemos intentado velar por aquellos a quienes nos has confiado, pero algunas veces nos echan y nos retiramos airados.

Perdónanos cuando nos rendimos demasiado pronto, Señor, y alimenta en nosotros una paciente buena voluntad.

Cristo Señor, permite que la gloria de tu Nombre brille tanto en nosotros que podamos atender a tus ovejas como tú nos enseñaste, y amarnos unos a otros como tú nos mostraste.

Amén.”

Después fuimos a nuestros grupos Indaba, donde continuamos trabajando en el Pacto Anglicano. Nos marcaron áreas donde la mayoría de los grupos estaban en desacuerdo. Fue interesante que todos los grupos mencionaron que el Apéndice del Pacto Anglicano era muy cuestionable.

La mayoría de los Obispos tuvo problemas con la Sección 3, “El Principio de Consulta”, y la Sección 8, el área que trata con el “Rechazo de una Solicitud de un Instrumento de Comunión”:

3.2 Dentro del mes después de ser consultado, el Arzobispo de Canterbury habrá entonces de (a) buscar la resolución del asunto, de manera personal y a través de la guía pastoral o (b) referir el asunto a los tres Asesores, nombrados de manera apropiada por el mismo Arzobispo.

3.3 Si transcurrido un mes de la divulgación de la guía pastoral del Arzobispo de Canterbury, ésta no ha tenido éxito, en opinión del mismo Arzobispo, entonces éste habrá de, tan pronto como sea prácticamente posible, referir el asunto a los Asesores, quienes actuarán de acuerdo con el Párrafo 3.4.

Después, el área más discutida del Apéndice fue sobre lo que ocurre después que el Arzobispo y los Asesores toman una decisión:

8.4. Si el Consejo decide que el rechazo es incompatible con el Pacto, entonces durante el curso de esa reunión del Consejo, bien (a) la Iglesia implicada puede declarar voluntariamente que renuncia a la fuerza y sentido de los propósitos del Pacto, o (b) el Consejo decidirá si se puede entender que la Iglesia implicada ha renunciado a la fuerza y sentido de los propósitos del Pacto.

8.5. Si se emite una declaración o resolución de una renuncia tal, el Consejo Consultivo Anglicano, tan pronto como sea posible, habrá de iniciar un proceso de restauración con la Iglesia implicada, en consulta con todas las Iglesias de la Comunión y los otros Instrumentos de Comunión.

La segunda parte de la discusión en Indaba tuvo que ver con la cuestión en torno a la moratoria y con el Foro Pastoral propuesto; también acerca de nuestras sugerencias para mejorar la salud de la Comunión Anglicana.

Creo que la mayoría de los obispos estaban considerando la continuidad de la moratoria del Reporte Windsor (sobre inmiscuirse en otras provincias a ministrar a los conservadores, la bendición a parejas del mismo sexo y el consagrar personas homosexuales en pareja al episcopado). Otros quería saber por cuánto tiempo y con qué propósito.

Desde todos lados hubo una oposición considerable al Foro Pastoral, y la mejor sugerencia para mejorar la Comunión fue el fortalecer al Consejo Consultivo Anglicano, que está compuesto de laicos, presbítero y obispos, y quitar algunos de las potestades que los Primados se han apropiado, sin consulta alguna, en los últimos años. La preocupación de los obispos es que esto nos estuviera llevando a una especie de exclusivo club de Cardenales Anglicanos.

Pudimos descansar un poco por la tarde para luego continuar con las audiencias referidas al Pacto Anglicano. Por la noche nos encontramos en Big Top para un programa presentado por los stewards, en el que estos jóvenes nos tomaron un poco el pelo a los obispos.

Mañana es el último día de la Conferencia. Finalizará con un servicio mayor en la Catedral de Canterbury. Ahora es tiempo de descansar y prepararnos para el último día en Lambeth. Estoy agradecido a Dios por haber podido traerlos a todos conmigo a la Conferencia de Lambeth. Sé que me estoy yendo como un mejor líder, con una fe más fuerte y el compromiso de servir al Señor en medio de ustedes. He estado orando por ustedes cada día.

Bendiciones,

+Miguel

viernes, 1 de agosto de 2008

Notas de nuestro Obispo desde Lambeth...

31 de julio de 2008

Si alguno no estuvo muy despierto esta mañana, seguramente lo hizo luego de los himnos animados que cantamos en la Eucaristía matinal celebrada por la Iglesia de Burundi. Su Primado, el Rvmo. Bernard Ntahaturi, predicó un enérgico sermón en el que nos animó a todos a continuar reforzando los lazos de afecto de nuestra Comunión.

En el Grupo de Estudio Bíblico, así como en el Indaba se comenzaron a discutir nuestras diferencias. Más allá de las tensiones, hubo respeto y consideración mutua, lo que seguramente decepcionó a la prensa secular, ya que algunos reporteros estaban esperando nada menos que luchas entre nosotros.

Por la tarde continuamos en plenario, trabajando en un documento a ser liberado al final de la Conferencia de Lambeth. Algo que es evidente es que no vamos a tener una solución a nuestras diferencias en una Conferencia de tan solo tres semanas, pero nos vamos a ir de aquí sabiendo que estamos mucho más cerca de un entendimiento.

Por favor continúen orando por todos los Obispos en estos tres días cruciales que tenemos por delante.

Bendiciones,

+Miguel

Notas de nuestro Obispo desde Lambeth...

30 de julio de 2008

Esta mañana comenzó con la Eucaristía, celebrada por la Iglesia de Hong Kong (Sheng Kung Hui). El Obispo de Hong Kong y Arzobispo de Hong Kong Sheng Kung Hui dio un interesantísimo sermón animándonos a ser generosos en nuestro relacionamiento unos con otros.

Mi Estudio Bíblico dedicó la mitad del tiempo trabajando la presentación del Arzobispo de Canterbury la noche anterior, centrándonos en cómo podemos acomodar nuestras diferencias y aún así mantener la integridad de nuestra fe.

El resto del tiempo lo dedicamos a la lectura Bíblica asignada para hoy: Juan 11, 1-44, que describe la resurrección de Lázaro. Aprendimos de cada uno de nosotros por las diferentes comprensiones Bíblicas y pudimos abarcar la totalidad de los personajes que aparecen en esta lectura.

Que Dios continúe bendiciéndolos,

+Miguel

Notas de nuestro Obispo desde Lambeth...

29 de julio de 2008

La Eucaristía de la mañana, dirigida por la Iglesia de Canadá, fue una experiencia multi-lingüística que fue más allá del Inglés y el Francés. El predicador fue un Norteamericano, Rev. Mark MacDonald, que es el Obispo Indígena de la Iglesia Anglicana de Canadá, y también el Obispo a cargo de Navajoland (tierra de Navajos) en los Estados Unidos. Previamente sirvió como Obispo de Alaska.

Después de la Eucaristía, esta mañana fue diferente a la de días previos, pues no tuvimos nuestro Grupo de Estudio Bíblico hasta entrada la tarde. En su lugar, la mañana la dedicamos al estudio Bíblico en el que todos los Obispos y sus Esposas participaron, hombres de un lado y mujeres del otro, ¡incluyendo a las mujeres obispas!

Al comienzo de la sesión pensé que no iba a funcionar, pero al final de la misma descubrí que sin dudas contribuyó a que todos comprendiésemos el abuso físico en contra de las mujeres.

El estudio Bíblico continuó, y después nos fuimos rápidamente a la Oración Vespertina donde la Provincia de Myanmar (Burma) presentó un video muy conmovedor sobre la muerte y devastación causada por el huracán y las crecidas que ocasionó. Fue muy bueno ver como la Iglesia Anglicana en Myanmar pudo responder para aliviar el sufrimiento causado por los efectos del huracán.

Después de esta presentación, el Arzobispo de Canterbury dio su Segundo Discurso a la Conferencia, en el que nos animó a movernos hacia un Pacto.

Habló de cómo se deben sentir quienes están a ambos lados del asunto, pero al final hizo un llamado a la iglesia a moverse al centro y tratar de salir del impasse en el que nos encontramos.

Oren por nosotros, y si Dios quiere, estaremos en condiciones de oírnos mutuamente en los días por delante.

Bendiciones,

+Miguel

Segundo Discurso del Arzobispo de Canterbury a la Conferencia de Lambeth

29 de Julio 2008

“¿Qué va a decir Lambeth ´08?” es la pregunta que asoma cada vez más visiblemente en el horizonte, a medida que pasan los días de esta última semana. Pero antes de intentar presentarles mis reflexiones sobre ese tema, quisiera tocar la pregunta previa, una pregunta que también podría expresarse como “¿Desde dónde va a hablar Lambeth 2008?”. Y yo creo que, si podemos responder a esa pregunta adecuadamente, entonces habremos fijado algunos fundamentos para cualquiera sea el contenido.

Y la respuesta, espero, es que hablemos desde el centro. Y no me refiero a hablar desde un punto medio entre dos extremos -esa opción solamente crea otro tipo de alineaciones políticas. Quiero decir que deberíamos tratar de hablar desde el corazón de nuestra identidad como Anglicanos, y en última instancia, hablar desde ese centro más profundo que es nuestra conciencia de vivir en, y ser, el Cuerpo de Cristo.

Estamos aquí, seguramente, porque creemos que hay una identidad Anglicana, y que vale la pena invertir nuestro tiempo y esfuerzo en ella. Mi esperanza es que al menos parte de las experiencias de esta Conferencia habrán reforzado ese sentir. Y es también mi esperanza que todos reconozcamos que el único modo, responsable y Cristiano de involucrarnos con quienes no están aquí, es precisamente hablando desde ese centro en Jesucristo, donde todas nuestras vidas son sostenidas y encuentran su sentido.

Y, como sugerí en mi Discurso de Apertura, ese hablar desde el centro requiere hábitos y prácticas y disciplinas que implican demandas para todas las partes –y no porque se esté imponiendo algo extraño y ajeno, sino porque todos sabemos que solamente podremos mantenernos enfocados en ese centro si nos respetamos y escuchamos unos a otros, controlando ese instinto natural, en todos nosotros de aferrarnos a una dimensión única de la verdad revelada. Hablé sobre concilio y pacto como la forma que veo de poder avanzar juntos. Y con esto me refiero, primero, a que necesitamos un poco más de estructura en nuestras relaciones internacionales, para así proveer una guía clara sobre qué sería y qué no sería un curso de acción gravemente divisorio por parte de una iglesia local. Si bien ahora el centro de este tipo de pregunta es el tema de la sexualidad humana, podría muy bien ser el caso de presiones para la adopción de una nueva fórmula bautismal, el abandono de una referencia formal al Credo de Nicea en las declaraciones de iglesias locales; podría ser un grado amplio de variación en la práctica sacramental –sobre los elementos de la Eucaristía, o sobre la presidencia laica; podría ser la incorporación regular a la liturgia de textos no Escriturales, o aún de material que no sea parte de la tradición Cristiana.

Algunas de estas cuestiones tienen una respuesta bastante clara, pero otras están abiertas a una necesidad mayor de discusión; y parece obvio que un cuerpo que inspire verdadera confianza y cuya autoridad sea reconocida, nos podría ayudar muchísimo. Pero los puntos esenciales aquí son confianza y autoridad. Si desarrollamos una capacidad tal en nuestras estructuras, como Comunión necesitamos llegar a un acuerdo sobre qué tipo de peso tendrán sus decisiones; otra razón para la conveniencia de un acuerdo pactado.

Hay quienes han expresado su desacuerdo con el ´legalismo´ que implica un pacto. Pero debemos tener claro que la ley buena tiene que ver con garantizar la consistencia y justicia en una comunidad; y también que en una comunidad como la familia Anglicana, solamente puede funcionar cuando es libremente aceptada. Bien entendido, el pacto es una expresión de mutua generosidad –ciertamente, ´amor generoso´, para citar el título de un excelente documento sobre cuestiones inter-religiosas, que discutimos ayer. Y podríamos recordar esa poderosa imagen que nos ofreció el Rabino Jonathan Sacks -´Pacto es la redención de la soledad´.

Generosidad mutua: parte de lo que esto significa es encontrar aquello que la otra persona o grupo está realmente diciendo y realmente necesitando. El proceso de estos últimos diez días fue diseñado para ayudarnos a encontrar algo de esto –de manera que, cuando consideremos cuestiones que nos dividen, hayamos creado lo suficiente de una comunidad para que una generosidad inteligente pueda nacer. No es en forma alguna un acuerdo completo sobre todos los temas posibles, pero sí habrá logrado, es mi esperanza, fortalecer el sentido de que al menos tenemos un lenguaje común, nacido de la convicción de que Jesucristo sigue siendo el único centro.

Y como parte de esa convicción, ¿qué es lo que hemos escuchado? Ahora quiero intentar un ejercicio que podría ser visto como presumido –y seguramente se siente como muy arriesgado. Quiero imaginar qué es lo que las personas que se encuentran en los distintos lados de nuestro más doloroso debate actual esperan que los otros hayan escuchado o están comenzando a escuchar en nuestro tiempo en común. Quiero imaginarme cuáles serían los mensajes fundamentales, dentro de una atmósfera de paciencia y caridad, de aquellos en nuestra Comunión que adhieren a una clara y tradicional convicción doctrinal y moral, y también de quienes, partiendo de ese mismo centro, tienen menos o ningún problema con algunas innovaciones recientes. Aunque estas voces están inevitablemente enraizadas en la experiencia del mundo en desarrollo y de Norteamérica, las divisiones también se encuentran internamente en muchas otras provincias.

De manera que, en primer lugar, ¿qué podría esperar el creyente tradicional que hayan escuchado otras personas? “Lo que buscamos hacer en nuestro contexto es transmitir fielmente lo que ustedes nos entregaron –Sagradas Escrituras, ministerio apostólico, disciplina sacramental. Pero, ¿qué podemos pensar cuando estas cosas parecen estar siendo cuestionadas, o aún revertidas? Queremos ser pastoralmente cuidadosos con todos, ser ´inclusivos´ como a ustedes les gusta decir. Queremos dar la bienvenida a toda persona. Sin embargo, el Evangelio y la fe que ustedes nos entregaron nos dicen que hay algunos tipos de comportamiento y relaciones que no son bendecidas por Dios. Nuestro amor y nuestra bienvenida no serían verdaderos ni honestos si no permitimos que otros sepan qué ha conformado y dirigido nuestras vidas –de manera que, junto con la bienvenida, aún debemos desafiar a las personas a que cambien sus caminos. No vemos por qué el recibir amorosamente a personas homosexuales o lesbianas signifique bendecir, en nombre de la Iglesia, lo que hacen, o aceptarles para la ordenación ministerial sea cual fuere su estilo de vida. Nosotros buscamos amarles –y, lo aceptamos, no siempre hacemos un buen trabajo, pero no podemos decir, sencillamente, que no hay nada a desafiar. ¿No se parece esto al dilema de la Iglesia Primitiva –recibiendo a soldados y, al mismo tiempo, esforzándose porque dejen las armas?”

“Pero por favor, también recuerden que –mientras ustedes quizás digan que lo que hacen no tiene por qué afectarnos, realmente- sus decisiones hacen una vasta diferencia para nosotros. En este mundo de comunicación instantánea, nuestros vecinos saben lo que hacen, y nos ven como quienes comparten la responsabilidad. Imaginen lo que esto significa allí donde nuestros vecinos son Cristianos tradicionales apasionados – y lo que significa para nuestros propios miembros, quienes serán llevados a dejarnos por una iglesia más “segura”, más ortodoxa. Imaginen lo que significa cuando esos vecinos son no Cristianos, encantados de encontrar un palo con el que golpearnos. Imaginen lo que significa ser conocidos como la “iglesia gay” en un contexto donde algo así invoca verdadero desprecio y peligro.”


“No nos malinterpreten. No estamos buscando seguridad y confort. Algunos de nosotros sabemos muy bien lo que significa llevar la cruz. Pero cuando esa cruz nos es dada por nuestros hermanos y hermanas en la fe, entonces se vuelve algo más pesado y difícil de llevar. No se sorprendan si algunos de nosotros preferimos estar a cierta distancia de ustedes –o si damos nuestro apoyo a minorías que, en medio de ustedes, nos parece que están sufriendo.”

“Pero nosotros estamos aquí. Hemos tomado el riesgo de venir, porque muchos que piensan como nosotros sienten que los hemos traicionado por el mero hecho de venir a reunirnos con ustedes. Pero nosotros valoramos a nuestra Comunión, queremos entenderles y queremos que nos entiendan. ¿Será que ustedes pueden encontrar alguna forma de ser generosos, que nos ayude a creer que se preocupan por nosotros y por el lenguaje y la fe en común de la Iglesia? ¿Será que ustedes, para decirlo claramente, pueden dar un paso atrás y nos dejen pensar y rezar sobre estos temas sin que nos de la impresión de que el debate ha terminado y que nosotros hemos perdido, y que nada de eso les importa?

Y entonces, ¿qué podría esperar un creyente no tan tradicional que hayan escuchado los demás?

“Lo que tratamos de hacer en nuestro contexto es traer a la vida en la mente y en los corazones de las personas de nuestra cultura. Tratar de hablar el lenguaje de la cultura y relacionarnos honestamente con el lugar donde las personas están realmente, no tiene por qué ser una traición de las Escrituras y la tradición. Sabemos que estamos yendo mas allá de los límites pero, ¿acaso no es lo que algunos Cristianos siempre deben hacer? ¿No es la Biblia misma la que sugiere esto?"

"A menudo nos hiere, enoja y desconcierta la forma en que muchos otros en la Comunión nos mira y trata en estos días -como si fuésemos leprosos espirituales o traidores a cada aspecto de la fe cristiana. Sabemos que nadie es el mejor juez para su propio caso, pero nosotros vemos en la vida de nuestra iglesia al menos algunas marcas de los dones del Espíritu. Y parte de eso es reconocer los dones que hemos visto en creyentes de homosexuales y lesbianas. Ellos seguramente estén inclinados a sentir que el control que ustedes piden es una traición. Por favor, traten de darse cuenta por qué éste es un dilema para tantos de nosotros. Quizás ustedes no puedan verlo así, pero ellos aún corren riesgo en nuestras sociedades, aún son vulnerables a la violencia asesina. Y debemos decir a algunos de ustedes que anhelamos que ustedes puedan hablar de sus prójimos homosexuales y lesbianas en situaciones donde son sujetos a una terrible discriminación. Recuerden que ha habido Resoluciones de Lambeth a ese respecto."

"Buena parte del tiempo sentimos que nos han transformado en chivos expiatorios. Otras provincias tienen serios problemas morales o disciplinarios, o han conseguido negarse a admitir las realidades en su contexto. Pero aquellos de nosotros que hemos enfrentado los complejos temas que giran en torno a las relaciones homosexuales, en una forma que consideramos abierta y marcada por la oración, somos estigmatizados y demonizados."

"Por supuesto que no todos nosotros apoyamos o tomamos parte en las acciones que han causado tantos problemas. Algunos de nosotros nos mantenemos firmemente opuestos, muchos de nosotros queremos encontrar caminos para fortalecer nuestros vínculos con ustedes. Pero aún aquellos que no se alinean con la mayoría en las innovaciones, a menudo sentimos que la vida de la iglesia toda, una vida que es diversa y compleja, pero muchas veces profunda y creativamente fiel a Cristo y a las Escrituras, está siendo vista de forma equivocada e injusta por ustedes y algunos de sus amigos". "Queremos ser generosos, y nos hiere que algunos estén tirándonos a la cara tanto la experiencia como los recursos que deseamos compartir. ¿Pueden intentar vernos como hermanos y hermanas en la fe que se esfuerzan por proclamar el mismo Cristo, y ser pacientes con nosotros?"

Dos grupos de sentimientos y percepciones, dos llamados a la generosidad. Para el primer interlocutor, el precio de esa generosidad puede ser la acusación de dar concesiones: te han comprado, has sido engañado por conversaciones displicentes para tolerar principios que no son escriturales ni fidedignos. Para el segundo interlocutor, el costo de la generosidad puede ser la acusación de sacrificar las necesidades de un grupo oprimido por el bien de una unidad falsa o engañosa, sacrificando un precioso principio Anglicano por el bien de una peligrosa centralización. Pero es ahí donde está el reto. Si ambos pudiesen escuchar y responder con generosidad, quizás podríamos tener algo más parecido a una conversación de iguales –incluso algo que se parece más a la Iglesia.

En Dar-es-Salaam, los primados trataron de encontrar una manera de invitar a diferentes grupos a dar un paso adelante hacia el otro de forma simultánea. No ocurrió, y cada grupo se contentó con culpar al otro. Pero los últimos 18 meses no sugieren que este haya sido un buen resultado. ¿Será que esta Conferencia puede producir un reto de este tipo? ¿Podemos decirle al innovador: "No te aísles, no crees realidades que hacen que la invitación a debatir suene un poco vacía?". ¿Podemos decir al tradicionalista, "No inviertas todo en una iglesia de almas puras y de similares opiniones; trata de entender los temas pastorales y humanos y teológicos que son urgentes para aquellos a quienes te opones, aún si crees que están profundamente equivocados?

Yo creo que quizás sí podemos, si y sólo si somos capturados por la visión del verdadero Centro, el corazón de Dios, del cual brota el impulso de una generosidad eterna, que crea y sana y promete. Es esta generosidad la que sostiene nuestra misión y servicio en el nombre de nuestro Señor. Y es esta generosidad la que estamos llamados a mostrarnos unos a otros.

En este momento, a menudo parece como si nos amenazáramos de muerte unos a otros, y no ofreciéndonos vida. Lo que algunos ven como innovaciones confusas y temerarias, en algunas provicias se siente como un golpe muy duro a la integridad de la misión y un asunto de, literalmente, riesgo físico para los Cristianos. La reacción a esto es, a su vez, percibida como un juicio aniquilador sobre toda la iglesia local, socavando su legitimidad y ridiculizando su testimonio. Necesitamos hablar de vida unos con otros; y eso demanda cambio. Yo no he ocultado a nadie lo que pienso que ese cambio debe ser -un Pacto que reconozca la necesidad de crecer los unos hacia los otros (y también reconoce que no todos puedan elegir ese camino). Me resulta muy difícil, en este momento, ver otro camino por delante que evite una mayor desintegración. Pero cualquiera que sean sus puntos de vista en esto, al menos pregunten: "Después de haber escuchado a la otra persona, al otro grupo, tan plena y justamente como puedo, ¿qué iniciativa generosa puedo asumir para irrumpir dentro de una nueva y transformada relación de comunión en Cristo?"

Todas las fotos en este post (c) ACNS

Nota: esta es una traducción, realizada en nuestra Diócesis, del documento original en inglés, el cual puede ser obtenido en: http://www.anglicancommunion.org/acns/news.cfm/2008/7/29/ACNS4487