martes, 30 de diciembre de 2008

Oración de fin de año

Señor Dios,

Dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello
que recibí de TÍ.
Gracias por la vida y el amor,
por las flores,
el aire y el sol,
por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año,
el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos,
y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí
y los que están más lejos,
los que me dieron su mano
y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida,
el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando
y
que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.

Pronto iniciaremos un nuevo año
y detengo mi vida
ante el nuevo calendario aún sin estrenar
y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos
la paz y la alegría,

la fuerza y la prudencia,
la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llevando a todas partes
un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad
y mis labios a palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno,
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones,
y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría
para que cuantos conviven conmigo
o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de TÍ.

Danos un año feliz
y enséñanos a repartir felicidad.

Amén

Anónimo

Fuente: Red de Liturgia del CLAI

viernes, 19 de diciembre de 2008

Mensaje de Navidad de nuestro Obispo Miguel


El amor vino para quedarse

“Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo” S. Juan 3:16

La esencia, la naturaleza del Dios en quien creemos los cristianos, es amor.

Ese amor le motivó para crearnos aún cuando en su omnisciencia sabía de nuestro rechazo, de nuestro pecado,
porque por ese mismo amor, ya y aún antes de crearnos, quiso salvarnos y darnos vida.

Ese amor se hizo carne de la carne de María la Virgen y se llama Jesús de Nazareth, quien vivió y murió como uno de nosotros, pero resucitando nos ganó la vida eterna.

Y su encarnación se hizo permanente al enviar a su Espíritu Santo para morar en su pueblo, la Iglesia, que llega a ser entonces la extensión de la Encarnación.

Vino para quedarse.

Cuando los cristianos celebramos su nacimiento, su irrupción en nuestra historia, debemos hacerlo conscientes de lo que somos y debemos aceptar el desafío de lo que debemos ser.

Por eso cobra de nuevo vida el canto de los ángeles, la alabanza de los pastores, y los presentes de los sabios.

Somos llamados a perpetuar ese amor que es eterno y que vino para quedarse. Si mora en nosotros, está presente hoy y siempre.

Somos llamados a ser nuevos pesebres donde el Niño/Dios nazca y ser presencia de ese amor hoy, siglo XXI, en medio de crisis, de penas y dolores.

A un mundo así El no se negó a venir. Fue hijo de madre soltera con toda la carga negativa que eso tenía y tiene todavía. No tuvo un lugar para nacer ni donde recostar su cabeza. Siendo rico se hizo pobre, y sirviendo a todos, solo se ganó la muerte en la cruz.

Que tengamos un santo tiempo de Navidad ofreciéndonos para hacer real la presencia del amor de Dios que vino hace más de dos mil años y que vino para quedarse, es mi oración, y en nombre de ese amor les bendigo, ahora y siempre.

Vuestro pastor, amigo, hermano y obispo,

+Miguel

jueves, 18 de diciembre de 2008

Celebrando nuestros primeros 20 años como Diócesis Anglicana del Uruguay



El 10 de diciembre nuestra Diócesis celebró sus primeros 20 años. Con agradecimiento y alegría, pudimos celebrar de distintas maneras. Ese día, fue mediante una vigilia de oración en la Catedral, en preparación para el Sínodo XXIV, Electivo, del viernes 12.

El Sínodo Electivo comenzó con una Eucaristía, donde juntos, imploramos al Espíritu Santo que nos indicara quién era el hombre elegido por Dios para ser Obispo Sufragáneo. Después, todos los representantes (laicos y clérigos) permanecimos dentro de la Catedral. Luego de un espacio de oración ferviente convocada por el +Guillermo (de Perú y Veedor Provincial del Sínodo), transcurrieron largas horas, hasta lograr que en cada cámara (Obispos, Clérigos y Laicos) se llegara a los 2/3 necesarios para asegurar que uno de los candidatos resultara electo. De los 3 Presbíteros nominados (P. Gilberto, P. Gonzalo y P. Tito), resultó electo Obispo Sufragáneo, el Padre Gilberto Porcal. Ahora, debemos aguardar la ratificación por parte de la Provincia del Cono Sur. A partir de ello, se procederá a su Ordenación y Consagración como Obispo, con la presencia del Primado, nuestro Obispo Miguel y otro Obispo (pues siempre debe haber 3 Obispos, en una consagración episcopal). Oremos por +Miguel, por el P. Gilberto, por cada Clérigo y Laico para que, nos unamos en el nombre de Cristo para buscar, juntos, la voluntad de Dios al proyectarnos hacia el futuro de la I.A.U.

Ha sido un precioso regalo, contar con la presencia de +Guillermo y Judith. Sabemos del vasto ministerio que desarrollan en la Diócesis de Perú y recordamos con gratitud, los años de servicio y la visión que tuvieron para la Iglesia Anglicana del Uruguay. Continuamos orando por su salud y que el Señor le continúe fortaleciendo y bendiciendo.

El Sínodo XXV, Ordinario, se desarrolló con mucha actividad y un clima de paz, el sábado 13. Ya les llegarán las mociones aceptadas para que, cada uno en su comunidad, pueda analizarlas y trabajarlas… al continuar con la meta de llevar la Verdad de Cristo Resucitado a toda persona, mediante nuestra palabra y acción.

Finalmente, hubo una Eucaristía de cierre, seguido por un ágape diocesano, donde compartimos una torta gigante. Ciertamente un "broche de oro" para estos primeros 20 años. Agradecidos por todo lo compartido en estos días, pedimos una bendición muy especial para cada uno de los que nos acompañaron: los representantes con su presencia, las/os cocineras/os por su trabajo, la administración por muchas semanas de preparación para que todo saliera en tiempo y forma, por las oraciones de los presentes y también por aquellos que por diversos motivos, no lograron estar presentes y nos acompañaron "a la distancia".

Que las palabras de Jesús, nos acompañen en esta nueva etapa de nuestra Diócesis "Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste." (S. Juan 17: 21)

lunes, 15 de diciembre de 2008

Mensaje de Navidad del Arzobispo de Canterbury a la Comunión Anglicana

Los seres humanos, dejados por sí mismos, han imaginado a Dios en todo tipo de formas; pero, aunque hubo una o dos instancias, en la Antigua Grecia y el Antiguo Egipto, de dioses representados como niños, le tocó al Cristianismo el introducir al mundo la idea de Dios en la forma de un bebé: en la forma de una completa dependencia y fragilidad, sin poder o control. Si se detienen a pensar acerca de esto, es aún sorprendente. Y también es profundamente desafiante.

Dios eligió mostrarse a sí mismo en una vida humana completa, diciéndonos que cada etapa en la existencia humana, desde la concepción hasta la madurez y aún la muerte, era en principio capaz de decirnos algo sobre Dios.

Aunque lo que aprendemos de Jesucristo y lo que su vida hace posible es único, esa vida aún significa que miramos de manera diferente a la vida de los demás. Hay algo en nosotros que es capaz de comunicar lo que Dios tiene para decir - la imagen de Dios en cada uno de nosotros, que se expresa en su perfección solo en Jesús.

De ahí la reverencia que como Cristianos debemos mostrar a los seres humanos en toda condición, en cada etapa de la existencia. Esta es la razón por la que no podemos considerar a los niños que aún no nacieron como menos que miembros de la familia humana, el por qué aquellos con discapacidades o privaciones no tienen meno derecho a demandar de nosotros que cualquier otra persona, por qué intentamos tener un sentido amoroso de la vida humana aún cuando se acerca a su fin y difícilmente podemos ver algún signo de libertad o pensamiento.

Y de ahí la preocupación que debemos tener acerca del bienestar de los niños. Cuando vemos alrededor del mundo, hay mucho para provocarnos a un mayor enojo y protesta sobre lo que le ocurre a los niños, de lo que frecuentemente parecemos sentir o expresar. Este año, en el Reino Unido, ha habido muchos debates públicos acerca de la niñez, en la medida que la investigación ha subrayado la falta de seguridad emocional que muchos niños aquí sienten, el algo costo del divorcio y el resquebrajamiento de la familia, el efecto desproporcionado de la pobreza y la deuda en los niños, y muchos otros problemas. Estamos esperando la publicación en el Año Nuevo de una encuesta realizada a lo largo de la nación, sobre lo que la gente piensa que es una “buena niñez”, auspiciada por la Sociedad Infantil, y su larga asociación con la Iglesia Anglicana.

En otras partes contemplamos visiones aún más horrendas - niños soldados desplegados aún hoy en partes de África y Sri Lanka, la carga impuesta a los niños en lugares donde el VIH y el SIDA han borrado una generación completa, dejando solo a los ancianos y a los jóvenes, el destino de los niños en áreas de conflicto como el Congo y el Medio Oriente y el trato insensible que tan frecuentemente se le da a los niños refugiados y a quienes buscan asilo en países más prósperos.

“Aunque ahora lo vemos como un niño, Él ocupará el trono de su Padre” dice el himno de Navidad. Si es verdad que el niño de Belén es el mismo que vendrá otra vez en gloria a juzgar a vivos y muertos, ¿cómo nos pararemos frente a él si hemos permitido que su imagen en los niños del mundo sea agraviada y desfigurada? En la semana en la que estoy escribiendo esto, el público Británico está tratando de sobrellevar la revelación del asesinato de un niño muy pequeño. Recientemente acompañé a un número de estudiantes y líderes de fe Británicos en una peregrinación a los campos de exterminio en Auschwitz, donde algunas de las más terriblemente inolvidables imágenes tienen que ver con la matanza sistemática de niños Judíos - sus juguetes y ropa aún en exhibición, saqueadas de sus cuerpos muertos por sus asesinos.

Navidad es un buen tiempo para repensar nuestra actitud hacia los niños y lo que ocurre a los niños en nuestras sociedades. Los Cristianos que reconocen al infinito y todopoderoso Dios en la vulnerabilidad de un bebé recién nacido tienen todas las razones para hacer duras preguntas acerca de las maneras en que los niños llegan a ser despreciados, explotados, incluso atemorizados en nuestro mundo.

Todos sospechamos que en un tiempo de crisis económica mundial, serán los más vulnerables quienes tendrán que cargar con el mayor costo humano. El Santo Niño de Belén nos exige que resistamos esto con todas nuestras fuerzas, por el bien de aquel que, aunque era rico, por nuestro bien se volvió pobre, se volvió indefenso con los indefensos para poder exaltarnos a todos mediante su misericordia y gracia abundante.

Con toda bendición y el mejor deseo para Navidad y el Año Nuevo.

+Rowan Cantuar

Nota: esta es una traducción, realizada en nuestra Diócesis, del documento original en inglés, el cual puede ser obtenido en: http://www.aco.org/acns/news.cfm/2008/12/15/ACNS4548