lunes, 20 de julio de 2009

Ordenación del P. Gilberto Porcal al Episcopado

El 26 de mayo tiene gran significado para la Comunión Anglicana. Celebramos la Fiesta de San Agustín, primer Arzobispo de Canterbury. En el 2009 esta fecha entró en la historia de la Iglesia Anglicana del Uruguay, así como en la de la Comunión Anglicana toda. Fue la fecha de la consagración al Episcopado del primer Anglicano uruguayo de la historia. El Padre Gilberto Porcal, electo Obispo Sufragáneo en el 2008, fue consagrado en la Catedral de la Santa Trinidad con la presencia e imposición de manos del Rvmo. Gregory Venables, Primado de la Provincia Anglicana del Cono Sur, el Rvmo. Miguel Tamayo, Obispo Diocesano de Uruguay y Cuba, el Rvmo. William Godfrey, Obispo Diocesano del Perú, el Rvmo. Orlando Santos, Obispo Diocesano de Porto Alegre (Provincia de Brasil) y el Rvmo. Jubal Neves, Obispo Diocesano de la Diócesis Sudoccidental (Provincia de Brasil).

Pese a ser una noche fría muchas personas se reunieron para adorar a nuestro Dios. Fuimos honrados con la presencia de representantes y pueblo de otras Iglesias hermanas: Metodistas, Católico Romanos, Luteranos, Valdenses entre otros, todos unidos en oración y alabanza a nuestro Señor. La Catedral estuvo hermosamente arreglada por Diana Iglesias, miembro del Ministerio Inglés de nuestra Iglesia, quien realizó un gran trabajo con las flores.

La Letanía por las Ordenaciones fue cantada por el P. Gonzalo Soria.


El Obispo Godfrey tuvo la responsabilidad del sermón. A través de sus palabras pudimos sentir la presencia del Espíritu Santo. Fue un sermón memorable para los que tuvimos el privilegio de asistir.

El momento de la Paz fue indescriptible. Intenten imaginar más de ciento cincuenta personas moviéndose dentro de la Iglesia, compartiendo la paz, abrazándose unos a otros con una sonrisa en sus rostros. Todos intentando acercarse para compartir un momento con nuestro novel Obispo. Y como siempre, el Obisp
o Gilberto estuvo abierto a saludar a todos. Minutos que bien pudieron ser horas. No importaba. Era una fiesta; una fiesta santa.

El Obispo Gilberto presidi
ó la Eucaristía y finalmente bendijo al pueblo. Luego de la Misa pudimos continuar la fiesta en el Salón Lafone, mediante un brindis preparado por las personas de la Diócesis. Que Dios continúe bendiciendo el ministerio del Obispo Gilberto y, a través de él, al pueblo de la Diócesis del Uruguay.