El Arzobispo de Canterbury, Dr. Rowan Williams, ha respondido a la Declaración final de la Conferencia para el Futuro Global Anglicano con el siguiente comunicado:
La Declaración Final de GAFCON reunida en el Jordán y Jerusalén contiene mucho de positivo y alentador acerca de las prioridades de aquellos que se reunieron a orar y peregrinar en la pasada semana. Los “principios de ortodoxia” detallados en el documento serán aceptables y compartidos por la gran mayoría de los Anglicanos en cada provincia, pese a que puedan existir diferencias de énfasis y perspectiva en algunos puntos. Estoy de acuerdo en que la Comunión necesita estar unida en sus compromisos en estos puntos, y no tengo dudas de que la Conferencia de Lambeth deseará afirmar todos estos aspectos positivos de las deliberaciones de GAFCON. Pese al clamor de algunos, la convicción en la unicidad de Jesucristo como Señor y Dios y el imperativo absoluto del evangelismo, no están bajo discusión en la vida en común de la Comunión.
Sin embargo, las propuestas que realiza GAFCON para el camino que tenemos por delante, son problemáticas desde todo punto de vista, e insto a todos aquellos que las han delineado, a que piensen muy seriamente sobre los riesgos que conllevan.
Un “Concilio de Primados” que consiste únicamente en un grupo auto-elegido de Primados de la Comunión, no sorteará el test de legitimidad para todos en la Comunión. Y cualquier reclamo de tener libertad de operar más allá de los límites provinciales estará lleno de dificultades, teológicas y prácticas; teológicas debido al compromiso histórico del mutuo reconocimiento de los ministerios en la Comunión, y prácticas por la obvia presión de ejercer la autoridad episcopal o de primacía a través de enormes regiones geográficas y culturales.
Dos preguntas surgen a la vez acerca de lo que se ha propuesto. ¿Con qué autoridad pueden los Primados ser considerados miembros aceptables o inaceptables de cualquier nuevo concilio de primados? ¿Y cómo se aplicará efectivamente la disciplina en situaciones de superposición de competencia jurisdiccional?
Nadie debería imputar motivos maliciosos o egoístas a aquellos que han ofrecido cuidado pastoral a congregaciones de otras provincias; estas acciones, sin importar cómo las juzguemos, surgen de una preocupación pastoral y espiritual. Pero una pregunta ha sido realizada una y otra vez, al punto de convertirse actualmente en un reclamo muy serio: ¿cómo puede un obispo o primado, en otro continente, estar capacitado para discriminar efectivamente entre una genuina crisis de relación pastoral e integridad teológica, y una situación en la que subyacen motivos no teológicos? Hemos presenciado situaciones de intervención en diócesis donde el liderazgo es incuestionablemente ortodoxo, simplemente debido a dificultades locales de naturaleza personal o administrativa. También hemos visto instancias en las que clérigos han sido disciplinados por comportamiento escandaloso en una jurisdicción, y han sido aceptadas en otra, aparentemente sin el debido proceso. Algunas otras iglesias Cristianas tienen experiencias infelices en este sentido, por lo que debe ser encarado honestamente.
No es suficiente con desechar las estructuras existentes en la Comunión. Si no están funcionando efectivamente, el desafío es a renovarlas más que a improvisar soluciones que puedan parecer efectivas a corto plazo, pero que continuarán creando más problemas de los que solucionan.
Este desafío es uno de los focos más significativos de la próxima Conferencia de Lambeth. Uno de sus más claros objetivos es restaurar la profunda confianza en nuestra identidad Anglicana. Y esta tarea requiere que hagan su parte todos los que se preocupan tan profundamente por el futuro del Anglicanismo, como los autores de la Declaración sostienen que hacen.
El término “colonialismo” ha sido usado libre de patrones existentes. Nadie desea mirar hacia atrás, al legado colonial, con complacencia. Pero emerger del legado del colonialismo debe significar una nueva co-operación de iguales, no una simple inversión de poderes. Si aquellos que hablan por GAFCON desean compartir en un genuino renacer de todos nuestros patrones de refexión y toma de decisiones en la Comunión, son bienvenidos, especialmente para ir dando forma a un Pacto efectivo para nuestro futuro juntos.
Creo que es erróneo asumir que estamos tan apartados que todos los que estén fuera de la red GAFCON están, simplemente, proclamando otro evangelio. Este no es el caso; no es la experiencia de millones de Anglicanos en cada provincia, fieles y con su foco en la Biblia. Lo que sí es verdad es que a ambos lados de nuestras controversias abundan los eslóganes, representaciones desdibujadas y caricaturas. Y deben ser desafiadas en el nombre del respeto y la paciencia que nos debemos unos a otros en Cristo Jesús.
He dicho en el pasado, a algunos en la Comunión que se llamarían a sí mismos radicales, las palabras del Apóstol en I Cor 11, 33: “espérense unos a otros”. Diría lo mismo a aquellos en cuyo nombre esta Declaración ha sido hecha. La impaciencia a toda costa para limpiar el terreno del Señor de la mala hierba que pueda aparecer entre los signos de vida verdadera (Mt 13, 29) pondrá en riesgo nuestra claridad y efectividad en comunicar precisamente esas verdades evangélicas y católicas que la Declaración de GAFCON realiza.
© Rowan Williams
Nota: esta es una traducción, realizada en nuestra Diócesis, del documento original en inglés, el cual puede ser obtenido en:
http://www.archbishopofcanterbury.org/1871
La Declaración Final de GAFCON reunida en el Jordán y Jerusalén contiene mucho de positivo y alentador acerca de las prioridades de aquellos que se reunieron a orar y peregrinar en la pasada semana. Los “principios de ortodoxia” detallados en el documento serán aceptables y compartidos por la gran mayoría de los Anglicanos en cada provincia, pese a que puedan existir diferencias de énfasis y perspectiva en algunos puntos. Estoy de acuerdo en que la Comunión necesita estar unida en sus compromisos en estos puntos, y no tengo dudas de que la Conferencia de Lambeth deseará afirmar todos estos aspectos positivos de las deliberaciones de GAFCON. Pese al clamor de algunos, la convicción en la unicidad de Jesucristo como Señor y Dios y el imperativo absoluto del evangelismo, no están bajo discusión en la vida en común de la Comunión.
Sin embargo, las propuestas que realiza GAFCON para el camino que tenemos por delante, son problemáticas desde todo punto de vista, e insto a todos aquellos que las han delineado, a que piensen muy seriamente sobre los riesgos que conllevan.
Un “Concilio de Primados” que consiste únicamente en un grupo auto-elegido de Primados de la Comunión, no sorteará el test de legitimidad para todos en la Comunión. Y cualquier reclamo de tener libertad de operar más allá de los límites provinciales estará lleno de dificultades, teológicas y prácticas; teológicas debido al compromiso histórico del mutuo reconocimiento de los ministerios en la Comunión, y prácticas por la obvia presión de ejercer la autoridad episcopal o de primacía a través de enormes regiones geográficas y culturales.
Dos preguntas surgen a la vez acerca de lo que se ha propuesto. ¿Con qué autoridad pueden los Primados ser considerados miembros aceptables o inaceptables de cualquier nuevo concilio de primados? ¿Y cómo se aplicará efectivamente la disciplina en situaciones de superposición de competencia jurisdiccional?
Nadie debería imputar motivos maliciosos o egoístas a aquellos que han ofrecido cuidado pastoral a congregaciones de otras provincias; estas acciones, sin importar cómo las juzguemos, surgen de una preocupación pastoral y espiritual. Pero una pregunta ha sido realizada una y otra vez, al punto de convertirse actualmente en un reclamo muy serio: ¿cómo puede un obispo o primado, en otro continente, estar capacitado para discriminar efectivamente entre una genuina crisis de relación pastoral e integridad teológica, y una situación en la que subyacen motivos no teológicos? Hemos presenciado situaciones de intervención en diócesis donde el liderazgo es incuestionablemente ortodoxo, simplemente debido a dificultades locales de naturaleza personal o administrativa. También hemos visto instancias en las que clérigos han sido disciplinados por comportamiento escandaloso en una jurisdicción, y han sido aceptadas en otra, aparentemente sin el debido proceso. Algunas otras iglesias Cristianas tienen experiencias infelices en este sentido, por lo que debe ser encarado honestamente.
No es suficiente con desechar las estructuras existentes en la Comunión. Si no están funcionando efectivamente, el desafío es a renovarlas más que a improvisar soluciones que puedan parecer efectivas a corto plazo, pero que continuarán creando más problemas de los que solucionan.
Este desafío es uno de los focos más significativos de la próxima Conferencia de Lambeth. Uno de sus más claros objetivos es restaurar la profunda confianza en nuestra identidad Anglicana. Y esta tarea requiere que hagan su parte todos los que se preocupan tan profundamente por el futuro del Anglicanismo, como los autores de la Declaración sostienen que hacen.
El término “colonialismo” ha sido usado libre de patrones existentes. Nadie desea mirar hacia atrás, al legado colonial, con complacencia. Pero emerger del legado del colonialismo debe significar una nueva co-operación de iguales, no una simple inversión de poderes. Si aquellos que hablan por GAFCON desean compartir en un genuino renacer de todos nuestros patrones de refexión y toma de decisiones en la Comunión, son bienvenidos, especialmente para ir dando forma a un Pacto efectivo para nuestro futuro juntos.
Creo que es erróneo asumir que estamos tan apartados que todos los que estén fuera de la red GAFCON están, simplemente, proclamando otro evangelio. Este no es el caso; no es la experiencia de millones de Anglicanos en cada provincia, fieles y con su foco en la Biblia. Lo que sí es verdad es que a ambos lados de nuestras controversias abundan los eslóganes, representaciones desdibujadas y caricaturas. Y deben ser desafiadas en el nombre del respeto y la paciencia que nos debemos unos a otros en Cristo Jesús.
He dicho en el pasado, a algunos en la Comunión que se llamarían a sí mismos radicales, las palabras del Apóstol en I Cor 11, 33: “espérense unos a otros”. Diría lo mismo a aquellos en cuyo nombre esta Declaración ha sido hecha. La impaciencia a toda costa para limpiar el terreno del Señor de la mala hierba que pueda aparecer entre los signos de vida verdadera (Mt 13, 29) pondrá en riesgo nuestra claridad y efectividad en comunicar precisamente esas verdades evangélicas y católicas que la Declaración de GAFCON realiza.
© Rowan Williams
Nota: esta es una traducción, realizada en nuestra Diócesis, del documento original en inglés, el cual puede ser obtenido en:
http://www.archbishopofcanterbury.org/1871