El viernes 25 de julio pasado celebramos con la Comunidad Santiago Apóstol, nuestra fiesta patronal.
Fue un encuentro fraterno, que comenzó con la Santa Eucaristía y concluyó compartiendo una rica torta. Dimos gracias a Nuestro Padre Dios por el testimonio de Santiago Apóstol, a quien no le pesó servir al Proyecto de Dios -el Reino- hasta dar su propia vida en martirio.
Hiciemos una profunda reflexión desde el testimonio de Santiago hasta nuestro sentido como misión Santiago Apóstol, encarnada en unos de los barrios más periféricos de la ciudad de Montevideo, donde apenas dos líneas de buses transitan y la criminalidad y violencia infanto-juvenil van en aumento. Donde muchas familias viven hacinadas en sus ranchos, en el que varias generaciones comparten el mismo techo en condiciones infrahumanas; y otras realidades que golpean y nos duelen mucho, como la violencia doméstica y el creciente consumo de drogas -pasta base-, que aniquila día a día a jóvenes cada vez más "niños".
Encarnados en esta realidad, con sus complejidades y desafíos, nos hemos comprometido a dar un testimonio de Misión Integral, que transforme desde dentro -como levadura en la masa- las tristezas en alegrías, las desesperanzas en esperanzas, las distancias en cercanías. Oramos nuestra realidad, agradeciendo a Dios los innumerables dones y beneficios que nos da en el día a día, los muchos gestos de hermanos y hermanas que nos apoyan y sostienen con su testimonio de mayordomía y oración.
Creemos que nuestra mejor forma de ser servidores de la vida, aquí en nuestro barrio, es el cuidarnos unos a otros. Sostenemos que el nuevo nombre del amor es el "cuidado fraterno", la corresponsabilidad de prójimos que asumimos como vocación bautismal. El testimonio de Santiago, quien compartió momentos claves en el seguimiento de Jesús, nos anima y convoca como horizonte, a renovar nuestros votos bautismales, asumiendo el compromiso de seguir a Jesús en Comunidades Servidoras de la Vida.
A todos y todas los hermanos que nos acompañaron, ¡gracias!
Que Dios reparta sus abundantes bendiciones a todos.
+Tito
Fue un encuentro fraterno, que comenzó con la Santa Eucaristía y concluyó compartiendo una rica torta. Dimos gracias a Nuestro Padre Dios por el testimonio de Santiago Apóstol, a quien no le pesó servir al Proyecto de Dios -el Reino- hasta dar su propia vida en martirio.
Hiciemos una profunda reflexión desde el testimonio de Santiago hasta nuestro sentido como misión Santiago Apóstol, encarnada en unos de los barrios más periféricos de la ciudad de Montevideo, donde apenas dos líneas de buses transitan y la criminalidad y violencia infanto-juvenil van en aumento. Donde muchas familias viven hacinadas en sus ranchos, en el que varias generaciones comparten el mismo techo en condiciones infrahumanas; y otras realidades que golpean y nos duelen mucho, como la violencia doméstica y el creciente consumo de drogas -pasta base-, que aniquila día a día a jóvenes cada vez más "niños".
Encarnados en esta realidad, con sus complejidades y desafíos, nos hemos comprometido a dar un testimonio de Misión Integral, que transforme desde dentro -como levadura en la masa- las tristezas en alegrías, las desesperanzas en esperanzas, las distancias en cercanías. Oramos nuestra realidad, agradeciendo a Dios los innumerables dones y beneficios que nos da en el día a día, los muchos gestos de hermanos y hermanas que nos apoyan y sostienen con su testimonio de mayordomía y oración.
Creemos que nuestra mejor forma de ser servidores de la vida, aquí en nuestro barrio, es el cuidarnos unos a otros. Sostenemos que el nuevo nombre del amor es el "cuidado fraterno", la corresponsabilidad de prójimos que asumimos como vocación bautismal. El testimonio de Santiago, quien compartió momentos claves en el seguimiento de Jesús, nos anima y convoca como horizonte, a renovar nuestros votos bautismales, asumiendo el compromiso de seguir a Jesús en Comunidades Servidoras de la Vida.
A todos y todas los hermanos que nos acompañaron, ¡gracias!
Que Dios reparta sus abundantes bendiciones a todos.
+Tito